Seleccionar página

En cierto modo, yo también conquisté mis deseos: estudié el Máster en Análisis y Prevención del Crimen en el curso 2013/2014, en su primera edición. Previamente, y siguiendo mis impulsos, había estudiado la Diplomatura en Trabajo Social, la Licenciatura en Criminología y el Grado en Trabajo Social, además de multitud de cursos complementarios. Por desgracia, en cualquiera de las profesiones dedicadas a atender o ayudar a otras personas, la necesidad de especialización es constante. Concretamente, el Trabajo Social se ve obligado a luchar continuamente contra el intrusismo laboral pues, aunque exista muy poco reconocimiento, se trata de una profesión en sí misma, capacitada para el ejercicio. Todo ello, unido a los continuos cambios sociales, acaba por empujarnos a tomar un camino paralelo, a ser posible, no demasiado alejado de nuestros intereses.

Quizá fue a partir de ese momento cuando fijé mi atención en la investigación y la docencia. Por ello, puedo decir que mi formación se ubica a caballo entre el Trabajo Social y la Criminología, disciplinas que han pasado a formar un currículum completamente multidisciplinar donde la investigación de variables sociales y su relación con la comisión de hechos delictivos se convertirían en mi principal objetivo.

Elegí el Máster en Análisis y Prevención del Crimen por numerosas razones, primera y principal porque me permitiría el acceso a un futuro doctorado en criminología. Haber estudiado la antigua licenciatura me había dejado un buen sabor de boca: había conseguido poner en práctica todas las herramientas de investigación social adquiridas en nuevos contextos, siendo el doctorado una puerta abierta hacia la investigación y, por qué no, hacia el ejercicio de la docencia, una de mis principales metas.

Uno de los puntos fuertes de este máster lo constituye su contenido en materia de metodología de investigación. Como trabajadora social, ya disponía de las técnicas y los instrumentos adecuados, pero necesitaba profundizar en su aplicación en nuevos ámbitos; y es que, en realidad, todas las profesiones sociales podríamos darnos la mano, pues existe un hilo invisible e inquebrantable que nos une.

Evidentemente, los completos contenidos sobre la base de la detección, el análisis y la prevención del crimen en colectivos concretos supone el aspecto más llamativo. El trabajo social guarda una estrecha relación con numerosos colectivos en riesgo de exclusión, donde algunas de sus características se convierten en factores de riesgo para convertirlos en víctimas o en perpetradores de delitos. La criminología se convierte, por tanto, en la mejor elección a la hora de atender necesidades de manera directa, pudiendo resumir esta vocación en dos palabras: Criminología Social.

El máster cumple, por tanto, las expectativas iniciales: además, a ser completamente online, permite ser combinado con cualquier otra actividad, todo ello por no hablar de la posibilidad de interacción entre alumnos. De hecho, a través de mi etapa estudiantil conocí a grandes profesionales pero, sobre todo, grandes amigos.

En cierto modo, tener un currículum tan variado ha contribuido a impulsar mi proyecto de emprendimiento: tras varios años de desempleo intentando darle forma, por fin este año he conseguido comenzar como formadora e investigadora autónoma, ofreciendo tutorización y apoyo en proyectos de investigación, clases particulares, charlas, seminarios, etc. Este será el primer paso, antes de alcanzar el tan ansiado doctorado.


AUTORA: Verónica Cano Alarcón. Diplomada y Graduada en Trabajo Social. Licenciada en Criminología.VeronicaCanoBlog